La linterna en el alféizar no ilumina las tinieblas,
ni la altiva luz del día es tan clara entre la niebla,
aúllan lobos y la luna ha alterado su estela,
no es blanco ya su manto, no es blanca ya su tela.
En las tierras tenebrosas son muchas las criaturas
que se arrastran entre grietas y en las cavernas oscuras;
sus martillos son de hierro, negras son sus armaduras,
los arcos,de cedro muerto deformado entre torturas.
La marisma ponzoñosa y el empantanado llano
amparan al Nu·umeno·oreano y al Enano,
juntos yacen en el fango, descansando como hermanos;
empuñando aún enseñas que devoran los gusanos.
Las mesnadas macilentas rememoran en su danza
con antorchas y candelas, con espadas y con lanzas,
susurrando entre velas sus secretas enseñanzas.
Los marjales y los montes presenciaron la matanza.
Y los rostros transparentes de los tragados señores
arrojados en el barro, sin elogios y sin flores,
se agitan por las noches, en su mundo sin colores,
anclados en juramentos, atados por maldiciones.