Hacia el Norte navega un navío;
siente el viento frío soplar sin cesar.
Hacia el Norte las olas le llevan
por blancas veredas de cielo y de mar.
Hacia el Norte, hacia el horizonte,
buscando aquel monte que traiga la paz:
una puerta callada y alerta
que mantenga cierta la fe en el luchar;
hacia el Norte la viene a buscar.
¿Dónde estás, esperanza del elfo,
Gondolin la bella, flor de amanecer?
Escondida del miedo y la sombra,
aquel que te nombra comienza a creer.
¿Dónde estás, fortaleza rotunda,
lágrima iracunda de mi despertar?
Mientras siga tu llama encendida
la fuerza y la vida no se han de apagar.
Entre brumas prosigue su rumbo,
hasta el fin del mundo, si es que ha de llegar.
Entre brumas, de noche y de día
en brava porfía debe continuar.
Entre brumas susurra la espuma
que el ansia le abruma lejos del hogar;
y a la proa un elfo se asoma,
y en su angustia roma las olas del mar
entre brumas le ven suspirar.
¿Dónde estás…?
Ondolinde, esbelta y erguida,
flor que nuestra vida viniste a alumbrar;
Ondolinde, canción de la piedra,
que ni el fuego arredra ni la oscuridad;
Ondolinde, que nunca se rinde
ni al punto prescinde de ser y aguantar,
y que un día dará la alegría
a quien no tenía en qué confiar:
hennaid, dolen a mell Gondobar.