No me invitó
pero yo fui.
Tras las Puertas espero el momento
que Anfauglir no mire y meterme dentro.
Era mi oportunidad.
Tantos orcos de aspecto mugriento…
y entre el barullo yo me cuelo dentro.
ALLÍ ME METÍ
A COGER UN SILMARIL,
REVESTIDA DE LA FORMA
DE THURINGWETHIL.
MIRA, FAUCES ROJAS,
MEJOR QUE NO ME COJAS;
TOMA UN HECHICITO
Y ECHATE A DORMIR.
YO ME PREGUNTABA…
¿Qué es lo que le voy a contar?
¿Cómo le voy a despistar?
Le vi pasar
y me escondí.
Con su facha imponente
te podía destrozar la mente.
Morgoth me vio
y se acercó.
Para no morir de espanto,
empecé a entonar mi canto.
ALLí ME METí…
Beren no fue
nada sutil;
mientras yo le echaba el manto gris,
él sacó una joya con Angrist.
Adios, Morgoth!
Vuelvo a Menegroth!
Un Silmaril reluciente…
Voy a ser la envidia de la gente!