Canción del Fastitocalón

  • Autor: Eleder

  • Habanera. Dedicada a la antigua "Disidencia Hobbit de la STE".

  • Cuentan las viejas leyendas
    que el sol brillaba en la mar
    cuando con arte y paciencia
    un hobbit fue a navegar;
    bajó por el Brandivino
    y un día al fin comenzó
    un largo y duro camino
    que en estos versos contó.

    Con leña seca hizo un barco,
    velas de seda y de tul;
    y marchó erguido, enfrentando
    los peligros del Azul.
    Noches de luna y de frío,
    días de sol y de mar,
    y agua tan sólo a lo lejos,
    en lo ancho de su mirar.

    No te sumerjas, vieja tortuga;
    que el agua es fría, y si se chirría, la piel se arruga;
    déjame que descanse en tu caparazón;
    déjame acariciarte, querido y bello Fastitocalón.

    Tras tiempos de frío y sueño,
    sus ojos fueron a dar
    con un islote pequeño;
    «¡Al fin podré reposar!».
    Llevó con ansia su barca
    y al punto el ancla clavó;
    y al ir a echar una siesta
    esto fue lo que escuchó:

    La tierra entera temblaba,
    volaba el agua febril,
    y al serenar su mirada
    vio algo que no estaba allí:
    unos grandes ojos grises
    de furia y de desazón;
    que hasta en lejanos países
    temían con gran razón.

    No te sumerjas…

    Temblando de odio y de ira
    quiso al mediano aplastar,
    por profanar con su barco
    su calma en medio del mar.
    Pero el mediano, con calma
    y ojos de paz, sonrió,
    y extendiéndole su mano
    en las olas rebuscó.

    Con lluvia le hizo un batido;
    con algas le hizo un pastel,
    y se lo dio agradecido
    por que jugara con él;
    y la bestia, comprendiendo,
    abrió su boca sin par,
    y ella y el hobbit, riendo,
    comenzaron a cantar:

    No te sumerjas…

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