Contemplad el semblante de un elfo
el rumor de las hojas
la caricia del viento trepando a las copas más altas
y unos ojos llorar.
¿Dónde van esas lágrimas tibias,
como claras estrellas,
que se mecen buscando cobijo en la tierra parda
y que quieren brotar?
Se apoya en un tocón de un viejo roble
y mira sin mirar;
sus dedos rasgan como llamas blancas
las cuerdas de un citar;
y desgranando sílabas antiguas
se le oye suspirar:
A massë i quildë anna
ya yerna eressë ninya yaluva?
Su dolor a la orilla del tiempo,
paladín de la sombra,
lo acompañan casuales gorjeos que nacen del aire
y se esconden del sol.
Cantarán en el trémulo bosque
una lenta agonía
unos ojos que saben a miel del Oeste perdido
y a fragante elanor.