Un día fue la alegría;
fuiste bella y fuiste mía,
bajo el sol que protegía
las tierras de Nargothrond;
pero el ansia de un hermano
me hizo caer en las manos
del más cruel de los villanos,
sin duelo ni compasión.
Escapé… !Vana la hora!
Mi suerte esquiva y traidora
me llevó sin más demora
al fiero hijo de Thalion;
y él ha embrujado a mi gente,
la ha arriesgado locamente,
ha despreciado a Occidente,
y me ha roto el corazón.
Finduilas, bella princesa;
Anar al alba te besa
tu boca arcana y traviesa,
tu pelo al sol danzarín.
Yo te amaré con ternura,
con locura y con cordura,
hasta que en buenaventura
el mundo llegue a su fin.
Me esperaste aunque creías
que a verme no volverías
por las praderas sombrías
entre el Narog y el Teiglin.
Y ahora vuelto de mi encierro
sufro un más duro destierro;
me desprecias como a un perro,
y te entregas a Turin.