(Mi rey, escúchame,
no navegues hacia Aman,
el oeste nos está vetado porque
la tierra está bendita.)
Tú crees que hacia el oeste
las vidas más largas son,
y sueñas con ir a Aman
qué gran equivocación.
No ves que tu propia isla
no tiene comparación,
qué puede haber allá lejos
que causa tal emoción.
En Númenor, en Númenor
nos preocupamos
por nuestra muerte, somos así.
Sé que allí inmortales son
sin la menor preocupación,
mientras nosotros nos enfermamos
ese es el Don.
Los hombres aquí son libres,
pues nuestra es Mar Nu Falmar.
Los hombres que allá no pisen,
pues Aman es inmortal.
La vida de nuestros hombres
muy larga no suele ser,
algunos Eldar envidian
que podamos perecer.
En Númenor, en Númenor
nadie nos tose
ni hace sombra a nuestro poder.
Si el reino quieres ampliar,
a Tierra Media tú irás
y sin problemas nuevas ciudades
tú fundarás.
En Númenor, en Númenor
hay alegría
en nuestra isla cuasi inmortal.
Las naves vuelan sobre el mar
y buenas nuevas contarán:
traen reducido,
preso a Sauron a Númenor.
Pero no pasan ni cuatro días
y al nigromante presta atención;
«¿qué es lo que pasa, Ar-Pharazôn?
¿te cansas ya de tu don?
Pues sólo escucha y te diré
el modo sencillo, el modo sensato
de olvidarte que eso es así:
¡no te tienes que morir!»
(Instrumentos)
En Númenor, en Númenor,
Sauron maquina, habla y convence
a nuestro Rey.
Barcos a cientos parten ya
a tomar la inmortalidad,
viene una ola y Andúnië yace
bajo el mar.
Y nuestro reino desaparece bajo el Mar
Y ahora nosotros aquí en el Este sólo brindamos con
reverencia
por ese reino que ahora reposa bajo el Mar