(ella) Lágrimas mil vierten mis ojos pues ya no estás aquí; descansas entre despojos sobre el gris de Anfauglith.
Noldo gentil, noble guerrero y heroico paladín ya tu destino funesto te alcanzó en la lid.
Un resplandor en la llanura, tu espada centelleó entre las huestes oscuras del Opresor.
Y ni el temor ni la prudencia menguaron tu gran valor, nada logró que te hirieran mas la traición.
Tu luz se apagó y mi corazón de tinieblas se cubrió.
(él) Esperaré, en las Estancias de Mandos dormiré, con infinita añoranza, mi amor, te soñaré.
Rostro de argén, negra melena que aún besaba ayer, tus ojos no me contemplan, no iluminan mi ser.
En el bregar de la contienda las fuerzas pude encontrar al recordarte, doncella de mi cantar.
Y aunque es el mar quien nos separa su azul inmensidad que yo de ti me olvidara no ha de lograr.
Nienna ten piedad, óyeme llorar, líbrala de todo mal.
(ella) Lejos de ti, mi hermoso amado, yo no sabré seguir y al Occidente lejano pronto habré de partir.
Y si es así los Valar quieran volvernos a reunir si oyen que muero de pena aquí en Haudh-en-Ndengin
(él) ¡Morgoth Bauglir, maldito seas por tanto hacerla sufrir, que tus designios se tuerzan deidad ruin!
(ella) No penes más, mi caballero, la verde hierba será cálido y suave un lecho de olvido y paz.
(ambos) Elfos cantad y los amargos pesares consolad que es nuestro triste relato sólo uno entre un millar.
Y recordad, del Enemigo no es el triunfo total, pues nuestro amor no ha extinguido la Nirnaeth Arnoediad.